Sólo tiene un defecto esta película o conversación: dura muy poco, o más exactamente, se termina mucho antes de lo que a uno le gustaría. Escuchar a Fernando Fernán-Gómez, y sin el riesgo de que la emprenda contigo, es un placer descriptible: la ironía, el sentido del humor, la franqueza, la sabiduría, la manera de enfocar la esencia de las cosas, sus divertidas (a veces geniales) opiniones sobre el cine, el alcohol, las mujeres, la vida, el lujo, el trabajo… Si una película es buena cuando consigue su objetivo, ésta es la mejor de todas.
martes, 22 de enero de 2008
Oti Fernández Marchante en el ABC
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